Leyendas de los Nativos Americanos
Tahina-Ca Una leyenda Carajá
Hace mucho tiempo, los Carajá no sabían cómo plantar y cultivar. Vivían de la caza y la pesca y la vida era difícil porque a menudo no había comida en la aldea. No sabían cómo plantar maíz, mandioca o piña. La hambruna fue especialmente amarga durante la temporada de lluvias, cuando la caza era más difícil.
En la aldea vivían dos hermanas, la más grande se llamaba Imahero y la joven Denake. Una noche, cuando estaban con su padre, quien les estaba contando historias, Imahero vio una hermosa estrella en el cielo y preguntó qué cosa era; dijo que le gustaría tenerlo. Ella estaba fascinada por la estrella, su corazón latía con fuerza y su aliento casi había desaparecido.
Su padre sonrió y dijo:... "Es Tahina-Ca. Está muy lejos, nadie puede alcanzarla. La única manera de conseguirla es deseándola con todo tu corazón. Si te escucha y está dispuesta a venir, entonces tal vez la tendrás".
Así que Imahero comenzó a desear la estrella cada noche con todo su corazón. Hasta que un día escuchó que alguien se acercaba a su casa. Ella tenía miedo y le preguntó quién era.
El recién llegado respondió: "Yo soy Tahina-Ca ¿quieres casarte conmigo?”. De alegría corrió al lugar en llamas, avivó el fuego y lo hizo crecer, llamó a su padre y a su hermana para que todos ellos fueran capaces de ver cómo la gran estrella lucía. Pero estuvo muy decepcionada cuando se dio cuenta, de que la gran estrella resplandeciente era sólo un hombre muy anciano de largo cabello blanco.
Ella se enojó mucho y le gritó que se fuera. "Yo no lo quiero para mi marido", dijo "Usted está demasiado viejo y feo. Váyase! Váyase! ¡Fuera!".
Tahina-Ca le dio la espalda y comenzó a llorar en voz muy baja.
La hermana menor Denake, sintió mucha pena del pobre anciano que había viajado desde el cielo hasta su aldea y le agarró las manos diciendo: " ¡No llores! Yo me casaré contigo".
La hermana menor Denake, sintió mucha pena del pobre anciano que había viajado desde el cielo hasta su aldea y le agarró las manos diciendo: " ¡No llores! Yo me casaré contigo".
El viejo se puso muy feliz, por lo que la boda se celebró al día siguiente.
Un día después, el anciano se volvió hacia su joven y hermosa esposa y dijo: "Tengo que ir al bosque a preparar un pedazo de tierra para plantar en ella muchos cultivos de buena calidad que tu pueblo Carajá nunca ha visto. Debo despejar el bosque y hacer todo ese trabajo, pero tengo que ir solo. "
Así Denake, aunque preocupada porque era un hombre muy débil, lo dejó ir.
Tahina-Ca fue al río. Dijo algunas palabras mágicas y entró en él hasta las rodillas. De vez en cuando él se agachaba y sumergía una mano en el agua, para sacar desde su interior las semillas de maíz y todas las otras plantas que hoy en día forman la finca Carajá.
Después de haber hecho esto, Tahina-Ca se dirigió al bosque y puso manos a la obra sobre la compleja tarea de cortar los árboles, la limpieza del suelo y todo lo que implicaba.
Había pasado un día entero, la noche se apresuraba a tomar el cielo y, todos sabemos que en la noche el bosque es aún más peligroso. Así que Denake, estaba absolutamente asustada, por algo que le hubiere sucedido a su anciano marido. Era tan viejo para hacer trabajo tan duro! Podría haber sido lesionado e imposibilitado para volver a casa! Así que decidió desobedecerle y buscarlo en el bosque.
Cuando llegó al claro que su esposo había hecho, ella no lo pudo encontrar. Se estaba poniendo cada vez más ansiosa, cuando vio en el claro a un hombre fuerte, joven y guapo, trabajando en el campo como una persona comprometida en una obra muy importante que debe ser terminada pronto.
Él estaba extendiendo las cenizas aún calientes en el suelo. Ella llegó a la orilla del claro y le preguntó: "Joven, ¿has visto a mi marido? Es un hombre anciano y estoy muy preocupada porque no ha vuelto todavía a nuestra aldea. ¡Tengo tanto miedo de que algo malo le haya sucedido! ".
El joven sonrió y contestó:.... "No tengas miedo ya más. Yo soy Tahina-Ca, no soy un hombre anciano. Justo tomé ese disfraz, para ver si el que me deseaba tanto, realmente me quería. Obtuve la respuesta. Estoy muy contento de que tú hayas querido casarte conmigo, a pesar de mi aspecto. La recompensa a tu buen corazón, es ofrecer ahora a tu pueblo todas estas plantas y sus productos. Ven. Vayamos a la aldea para contarles a todos".
Cuando de regreso a la aldea, Tahina-Ca terminó su relato, Imahero, la que lo había despreciado, dijo que ella era quien lo había deseado, por lo que ella debía ser su verdadera esposa. Pero Tahina-Ca se negó a serlo.
Al oír su rechazo, Imahero dió un grito lastimero y se desmayó. En cuestión de segundos su cuerpo desapareció y en su lugar fue un ave de canto melancólico, un pájaro urutau como los Carajá lo llaman, que tan pronto como las estrellas comienzan a brillar en el cielo, el pájaro deambula sin cesar durante toda la noche gritando lamentos penetrantes , por la negativa de Tahina-Ca en casarse con ella.